El ‘Bristol Approach’ para la sensorización ciudadana

The Bristol Approach / 2015-2016

 
 

Cliente:

 
 
Screen Shot 2020-02-02 at 3.45.09 PM.png
Screen Shot 2019-08-20 at 2.43.39 PM.png
unnamed.jpg
 

El reto:

Crear un marco conceptual destinado a catalizar las innovaciones ciudadanas para mejorar las ciudades. 

El cambio:

El Marco de Bienes Comunes Ciudadanos (City Commons Framework) proporciona una metodología para catalizar una nueva tendencia en el diseño de ciudades inteligentes que desafía las estructuras de poder actuales, amplifica la gama de soluciones disponibles para problemas urbanos y crea valor y oportunidades para todos los ciudadanos.

El proceso: 

‘The Bristol Approach’ es un marco metodológico que busca garantizar que las nuevas tecnologías desarrolladas en el marco de las políticas de Smart City aborden las necesidades y prioridades de la personas, particularmente en comunidades que están en peligro de ser excluidas de los procesos de toma de decisión. La primera implementación del modelo resultó en un proyecto donde los ciudadanos co-diseñaron sus propios sensores de código abierto para recabar, compartir y utilizar datos con el fin de abordar el problema de las humedades en las casas de alquiler. El modelo fue desarrollado conjuntamente con el Ayuntamiento de Bristol (Reino Unido) y el Knowle West Media Center, y se ha adaptado en el desarrollo del proyecto europeo Making Sense (H2020-ICT-2015-688620), y adoptado en once ciudades europeas a través del proyecto Sharing Cities.

 
 

El ‘Bristol Approach’ es una nueva manera de trabajar que asegura que las tecnologías y los programas para las ciudades inteligentes respondan a las necesidades y prioridades de las personas que las utilizan. El modelo consta de seis fases y se ha estructurado para asegurar que los programas tecnológicos comunitarios se basen en cuestiones relevantes para las necesidades locales que tengan lugar a nivel comunitario, con ciudadanos locales que participen activamente en el diseño, el ‘testeo’ y la evaluación.

 
 


 
Anterior
Anterior

DECODE. Derecho a controlar cómo compartimos nuestros datos

Siguiente
Siguiente

La ciencia ciudadana para la gestión de olores